- el monje y el samurai
ambos cruzaban un puente en sentido contrario, al percatarse el samurai de su presencia pensó: "retaré al monje, si no me responde le volaré la cabeza", la ligereza de la muerte en estas épocas era cosa muy común. cuando ya estaban a una distancia en la que podían conversar sin gritar, el samurai eleva su sable y le dice al monje enérgico: "responde, qué es el infierno!!!", el monje sereno, eleva la mirada al samurai y suavemente le contesta "he ahí el infierno". el samurai sorprendido envaina su sable y vuelve a preguntar: "monje responde, qué es el cielo", con la misma serenidad el monje le contesta al ver que el samurai ha envainado su espada "he ahí el cielo".
al samurai no le quedó más remedio que hacer una venia al monje al cual le dijo "gracias maestro".
este pasaje cobra vigencia para cualquier época en la que si bien no hay sables, si pueden haber ofensas, dimes y diretes que afectan nuestra mente, nuestro corazón, nuestro espíritu.
martes, 17 de febrero de 2009
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